Esta
nueva entrada es dedicada a los adultos mayores, que llamados con cariño son
los abuelitos, nuestros abuelitos. El Hogar corazón de María es un sitio de práctica
que a mi modo de ver necesita nuestra participación, no solo para beneficio
de quienes forman parte de esta institución,
sino también para enriquecernos como
futuros profesionales que vamos a llegar a ser.
Una
vez culminado el cronograma de actividades puedo sacar cosas en la mayor parte positivas
y algunas no tanto. Entre las situaciones que pude observar y palpar con agrado
es la buena predisposición que tienen los abuelitos para permitirnos tratar con
ellos ya sea solo porque necesitan una voz de aliento o sufren de una afección,
el material con que cuenta la institución es muy variado y abundante sin
embargo no es bien utilizado ya que no existe personal idóneo que sepa cómo
manejar una terapia grupal en concordancia con el material y las necesidades
particulares de ello.
Otros
de los puntos a destacar es la limpieza constante del sitio, pero para
facilitar esta situación los pisos son de cerámica lo que provoca que el
ambiente en el que se desenvuelven los abuelitos sea frio y muy propicio para caídas.
En
general considero que las autoridades ponen su esfuerzo para que los abuelitos
se sientan a gusto en medida de lo posible, pero el cariño y el amor de sus familiares
que en muchos de los casos ya ni se acuerdan de ellos nada los suple. Esta es
la idiosincrasia de vida nuestros padres, nos dan todo desde las primeras etapas
de vida y de repente cuando los roles cambian nos cuesta devolver todos los
cuidados y corresponder a lo que ellos
hicieron por nosotros, haciendo lo más práctico como lo expresó una abuelita “se
cansan y nos vienen a dejar aquí”
El
amor incondicional no tiene límites, el amor de familia es único y verdadero,
el que nunca traiciona ni te “olvida”